La Semana Santa en Cabana, Capital de la Provincia de Pallasca, tiene sus propias características. En este artículo, escrito por ENRIQUE WILFREDO VÁSQUEZ SIFUENTES, se expresan los acontecimientos de cada día, conforme el autor los vivió desde muy niño. Seguramente, en estos últimos años han sufrido modificaciones ligeras, pero conservan la esencia de esta fecha cristiana que se celebra en la Tierra de los Pashas. foto: El Shushy
LA SEMANA SANTA EN CABANA
POR ENRIQUE W. VÁSQUEZ SIFUENTES
Al iniciarse la Semana Santa, la naturaleza misma pareciese dar el marco especial a la celebración de esta fecha cristiana en el Pueblo de Cabana. Las lluvias se han retirado un tanto; pero no con la intensidad de los meses de enero o febrero. Hay recogimiento en la población. Los campesinos de Aija, Huambo, La Florida, San Martín, San Pedro de Quichanra y otras estancias con todos sus familiares harán sus preparativos para estar presentes en la ciudad desde el Domingo de Ramos y permanecer toda la semana para participar en los diversos actos religiosos de esta ocasión.
Los mayordomos respectivos de Semana Santa, con dos semanas de anticipación se encargan de lavar, planchar y perfumar la ropa que han de llevar tanto, el Señor de Ramos, La Virgen María, el Señor de Jueves y Viernes Santo, así como El Padre Eterno.
Las hermandades correspondientes, también tomarán los acuerdos necesarios para cumplir a cabalidad con los cultos religiosos.
Por su parte los priostes o devotos se preocuparán de labrar cuatro o cinco arrobas de cera; preparar la chicha, los bizcochos, las semitas, basitas, rosquetes, paragoll, el delicioso miscucay; el dulce de higos y los exquisitos chochos; cortar los palos de aracabo, suros y magueyes para armar las andas; así mismo, contratar una banda de músicos para animar los actos litúrgicos.
DOMINGO DE RAMOS
Muy de mañana del Domingo de Ramos, allá en la ciudad de Cabana, todos los pobladores acuden al mercado a comprar sus palmas, ramas de olivo, laureles, romero y cedrón que las Hualalaínas, Aijinas y otras campesinas han traído para esta ocasión.
Mientras tanto, el párroco se dispone a celebrar las misas de 8 y 10 de la mañana respectivamente, acto en el cual procederá a la bendición de las palmas y laureles.
Por la tarde, a partir de las tres, al repique de las campanas, desde La Capilla de la Virgen del Carmen o El Estadio Municipal se inicia la Procesión del Señor de Domingo de Ramos.
Efectivamente, don Isaac Alejos ha traído desde sus fundos de Tiñayoc a la burrita blanca. Se le coloca sus mejores aperos, montura, pelloneta y falsarriendas. Y sobre ella ira montado El Señor para hacer su entrada triunfal, como en los tiempos bíblicos, por las calles principales de la ciudad.
Muchos niños, niñas, jóvenes y devotos cogen, entonces, las sogas del animal. Las autoridades toman el Palio Santo y el sacerdote entre cánticos y rezos da comienzo a la procesión.
Así se desplazan a lo largo del camino carretero, entran por la calle La Palma, suben por la calle Lima hasta entrar en la Iglesia Principal donde el párroco hará una reflexión cristiana.
El LUNES Y MARTES SANTOS los pobladores asisten a la iglesia para orar y acompañar los diversos actos litúrgicos que ha preparado el párroco.
EL MIERCOLES SANTO.
Hay tranquilidad en la población y agitación entre los mayordomos y hermandades. Por la tarde, el Prioste de este día y muchos pobladores se congregan en la Plaza para construir las andas del Señor Nazareno y La Virgen Dolorosa.
Todo queda listo y a las ocho de la noche los fieles se concentran en el templo. El párroco celebra los oficios religiosos y a las 9 empezará la procesión.
En la delantera van las andas del Señor Nazareno cargando su pesada cruz y ayudado de un niño que hace de Cirineo. Sigue la dirección de la Calle Mercaderes, Corongo, Trujillo. Mientras que la Virgen de Dolores, toma el rumbo de los barrios de Pacchamaca y San Jerónimo.
Las sagradas efigies, después de un largo recorrido, se dan el encuentro en la Plaza Principal, frente a la casa de don Roberto Chavarri y de allí prosiguen hasta la iglesia por la calle Porvenir, pasando frente a la subprefectura y la comandancia de la Policía Nacional.
Los fieles, con voces acongojadas, dejan escuchar entonces sus
sentidos cánticos.
Jesús viene por las calles,
todo llagas y dolores;
con los abrazos abiertos
en busca de pecadores.
La procesión culmina cerca de las doce de la noche.
Luego el Prioste servirá en su casa panisara muy caliente, bizcochos y abundante dulce de higos. Después se han de celebrar el Jueves y Viernes Santo, el Sábado de Gloria y el Domingo de Resurrección con caracteres singulares en la ciudad de Cabana, Capital de la Provincia de Pallasca.
EL JUEVES SANTO
El día anterior, los integrantes de la Hermandad respectiva, han reunido aracabos, magueyes, sogas, soguillas, pencas, ceras y se han dispuesto a dejar lista las andas y la Santa Cruz con el Padre Eterno en lo alto.
Luego, a las cuatro de la mañana, muchos pobladores se congregan en la iglesia. Allí se procederá a La Fijada del Señor. Este acto de crucifixión lo efectúan los Varones de Jueves Santo, sorteados previamente por la Hermandad respectiva.
Ellos lucen sus túnicas blancas y cíngulos morados y un pañuelo del mismo color en la cabeza y siempre descalzos. Se saca al Señor de su camarín, se le coloca sobre una larga mesa, se le limpia el cuerpo con aceites y perfumes y enseguida se le crucifica. Dos varones sostienen los brazos; otro, la cabeza y uno más los pies.
Mientras se realiza este acto, los fieles rezan y entonan las composiciones más sentidas. Hay un profundo recogimiento. Luego de dos horas termina La Fijada, con la Santa Cruz adornada de abundante romero y flores silvestres, sosteniendo el cuerpo del Señor.
Enseguida el prioste, lleva a su casa a los asistentes. Allí invita dulce de higos, bizcochuelos y basitas; así como café de cebada y semitas.
Por la tarde, a las tres, se celebra el Lavatorio de los pies. El párroco selecciona a los doce cleriquetes o a doce ancianos del lugar. El acto se desarrolla en la iglesia y luego se pasa al salón principal de la Municipalidad. Hasta allí el prioste ha llevado abundante dulce de higos, bizcochos, basitas y miscucay para imitar la Ultima Cena del Señor.
A las cinco se conmemora la Misa. Acuden todas las autoridades. El subprefecto va a la cabeza y después recibirá las llaves del Santísimo Sacramento. Antes lo hacía Un Llavero o un devoto encargado de pasar toda la Semana Santa, que al mismo tiempo corría con todas las atenciones del caso.
Con sus debidas túnicas blancas y pañuelos morados en la
cabeza descalzos y bien dispuestos los Varones de Jueves Santo apertura la procesión. Son las ocho de la noche. La Santa Cruz, sosteniendo el cuerpo del Señor, se pone en la delantera. Le sigue las andas de la Virgen de las Dolores. Tras se desplazan los fieles y penitentes, orando y cantando las plegarias más entristecidas. Al llegar a cada Capilla las respectivas andas reciben las bendiciones del párroco y desde lo alto caen las palomitas y abundantes flores. A la una o dos de la madrugada termina la procesión. Se procede al descendimiento del Cristo Crucificado. Se le traslada a su urna. Las rezadoras, entonces, harán la guardia al Cristo yacente y entonarán:
¡Ay! Varones santos
vamos al sepulcro,
donde lo enterraron
al cuerpo de Cristo
El prioste las atenderá con abundante café de cebada, pues el frío es intenso.
EL VIERNES SANTO
Al amanecer de este día se nota en la población un total recogimiento. Los fieles llegan de los caseríos de San Martín, La Florida, Huambo, Aija y de otras estancias vecinas vestidos de riguroso luto. Las tiendas comerciales, sólo han abierto media puerta. Es un día de ayuno y meditación. Sólo se probará ajiaco de chochos y agua con cederrón o algún caldillo de pez salado que para esta ocasión se trasporta desde el puerto de Chimbote.
Por la mañana, la Hermandad de Viernes, traslada una enorme y pesada Cruz al atrio de la iglesia para limpiarla, asimismo se saca la urna bellamente esculpida en madera y se le deja en las veredas de la Plaza Principal; allí procederán a preparar las andas la que estará lista al promediar las cinco de la tarde..
A las doce se inicia el sermón de las tres horas.
Para ello el sacerdote escoge las personas más destacadas de la ciudad, a fin de que interpreten las palabras que pronunció Jesús estando en la Cruz.
A las tres de la tarde, en el templo que luce enlutado, se concentran todos los fieles, así como el Mayordomo y el Prioste. A esta hora comienza La Fijada del Señor. Es decir, la crucifixión. Es un acto muy solemne. Cuatro Varones Santos, con su túnica blanca, cíngulo negro y pañuelo blanco en la cabeza proceden a trasladar al Señor yacente hasta La Cruz que luce plantada muy cerca al Altar Mayor. Dos Varones toman el cuerpo con el lienzo; otro lo suspende de los pies; uno más, de la cabeza. Se le amarra las extremidades con largas fajas; se le clava; luego se le coloca el Santo Sudario, todo de plata, confeccionado por quien fue don Mauro Manrique Herrera, uno de los mejores orfebres de la región.
Enseguida se le coloca la corona de espinas y las potencias. Al final, en lo alto de la Cruz se pone el INRI. Los cánticos muy enternecidos se alternan con las notas más fúnebres ejecutadas por la banda de músicos de la ciudad.
Por la noche, tres cleriquetes o acólitos recorren la Calle Grande y haciendo sonar sus matracas, ya que las campanas han dejado de tañer, anuncian que el sacerdote iniciará los ritos cristianos con la Pasión y Muerte del Señor. Hay maitines que es aprovechado por algunos mozalbetes para tirar el pan de boda, es decir, una bola de cera muy dura, recogida en un hilo largo. Se procede luego al descendimiento. Se coloca al cuerpo en la urna.
Suena la música y un coro entona:
Viernes Santo,
Viernes Santo,
Viernes Santo en aquel día;
Al pie de la Cruz constante
Está la Virgen María. 
Todo indica que la procesión empezará. Son las diez de la noche muchos varones santos vestidos de blanco y descalzos cargarán las pesadas andas del Señor. El Mayordomo repartirá a muchos ángeles, esto es, a numerosos niños y niñas las prendas de Cristo para portarlas en azafates a lo largo de las calles. Por delante, van las andas de La Santa Cruz con un lienzo blanco y el Padre Eterno en lo alto; luego, las andas de la Virgen Dolorosa; y al final, las andas del Señor de Viernes, con su urna iluminada con abundantes cirios y ceras labradas con mucha anticipación. Tras ellos, los fieles y la banda de músicos ejecutando las canciones más apesadumbradas.
Llegan a las Capillas levantadas en los cuatro barrios.
Allí reciben las ofrendas de todos sus pobladores, incluyendo pétalos de flores y palomitas que se posarán junto al cuerpo de Cristo.
Promediando las tres de la mañana culmina la procesión. Varones Santos, párroco y fieles en general han soportado el largo peregrinar y sobre todo las lluvias y el frío intenso de esta época invernal.
El Sábado Gloria y el Domingo de Resurrección tienen otros matices. El Sábado se efectúa la bendición del Fuego y del Cirio Pascual y la Liturgia de la Palabra de Dios. Se nota la alegría y los pobladores quedarán a la expectativa de la Lectura del Testamento y la Quema de Judas.-
EL TESTAMENTO DE JUDAS
Pasados los días Miércoles, Jueves y Viernes Santo, que eran y son de profundo recogimiento, el pueblo entero espera el Domingo de Pascua de Resurrección para escuchar la lectura del Testamento de Judas, que según la creencia popular se había ahorcado en una planta de saúco y cuyos frutos dan el “judashcollma”.
Efectivamente, un grupo de inquietos muchachos confeccionan un muñeco que imita a Judas con algún tiempo de anticipación; de tal modo que el día de la ceremonia se halla en su huerto o jardín, ubicado en el antiguo mercado y adornado con todas las fechorías y hurtos de prendas o animales a todos los vecinos, realizados por ellos el sábado en la noche.
Judas, amanece luciendo un pantalón de bayeta de anchos fundillos, una camisa rayada de tocuyo y un tanto raída; un chaleco chilpiento; un saco desteñido y con los panqueques afuera; una corbata mugrisucia y menuda; zapatos destartalados, el uno más grande que el otro; medias cabretillas y chucras; un sombrero a la pedrada le cubre la cabeza. En fin, Judas, aparenta una figura ridícula y al mismo tiempo graciosa.
Con algunas horas previas al domingo, Judas ha escrito su testamento en el que hace declaraciones de todos sus bienes y herencias.
La lectura del mismo empieza a las once de la mañana, después de haber escuchado la santa misa. En dicho testamento, que es redactado por el mismo grupo de jóvenes, Judas deja sus herencias a los dueños de las prendas hurtadas; de tal modo que en el momento de la lectura, que se hace desde los balcones de la Municipalidad, a veces por parlantes y otras a viva voz y públicamente, los pobladores que se han concentrado en la plaza principal, celebran con sonoras carcajadas las ocurrencias consignadas en el documento
Así se lee:
- Dejo en nombre de Bacus, de los “huashqueros” de
este pueblo, un primus y una tetera machucada a don Armandito para que nunca le falte el gro a mis paisanos y siempre se acuerde de atenderlos bien.
- Asimismo, heredo tres carones shalpirejas a don Olegario para que no le salga “mata” a sus pollinos y puedan cargar más “subierno”
- Otro sí digo, que de inmediato y para no entablar más querella se le hará llegar un par de calzones rotosos a la Tía Siete Polleras para que no coja el resfrío en esta temporada.
- Es mi voluntad y decisión propia que don Melchor Huacache debe acercarse a este huerto a recoger sus cinco guachos alicuyentos y el lunes los lleve al veterinario del pueblo para saber si se sanan o pasan a mejor vida.
- Para mi vecina de Huayumaca, doña Candelaria, le entregó cuatro ollas shercas para que el próximo domingo invite sango macho y sopa de chochoca.
- A doña Velay le regalo diez porongos de chicha mellicera para que los ofrezca a los “badulaques” de esta tierra. Y para mi amigo Shanguango, un rondín que le ayudará a entrenar bien su lengüita.
- Para terminar y no interpretar de mala forma los códigos de nuestros conocidos tinterillos, le obsequio un cuaderno, un tintero y una canutera a mi amigo Timoshenco para que saque bien sus cuentas y nunca entregue el vuelto demás a sus ocasionales compradores.
Finalizada la lectura del satírico y gracioso documento, una especie de código moral del pueblo, Judas es llevado por la multitud hasta el campo de deportes, nuevamente retorna a la plaza pública en donde se le pasea por las calles principales y luego es traslado al lugar escogido y allí se le quema.
De esta manera culmina la Semana Santa. Los campesinos retornan a sus estancias y los de la ciudad a sus labores cotidianas.
Texto: ENRIQUE WILFREDO VÁSQUEZ SIFUENTES
Fotos: Archivo PCCantarria
y José Carlos Sifuentes López
