Madre cabanista con los hijos a cuestas. Foto: JCSL |
PARA TI MAMÁ DEL ANDE PALLASQUINO
DÍA DE LA MADRE
ANTOLOGÍA POÉTICA
Mayo
es el mes de especiales y de grandes celebraciones. Una de ellas se refiere a
dar brillo y destacar la figura materna,
en muchas dimensiones: como esposa, trabajadora del hogar, maestra,
funcionaria, comerciante, policía, médica y en todos los campos de la actividad
humana. A este Ser que nos brindó todo de sí, en esta ocasión, le rendimos
nuestro cálido tributo. Para ello, hemos seleccionado la producción literaria
de algunos vates pallasquinos, que a través de su creación han plasmado las
cualidades de la Madre. El Proyecto Cultural Cantarria se aúna a estos festejos
y desea que la Madre de nuestro Perú alcance el peldaño que le corresponde y se
le reconozca con toda justicia los derechos que le asiste. Felicidades.
SERENATA A MI MADRE
Vals criollo.
¡Hoy
es un gran día muy sagrado!
Porque
como hoy día al mundo llegó
Mi
fiel madrecita que tanto me ha dado:
Ternura,
consuelo y un sinfín de amor.
En
tan fausto día, mi Santa viejita,
Yo,
que soy tu hijo, con todo fervor
Pido
a Dios por siempre seas tú bendita,
Y
que muchas palmas te envíe el Señor.
Que
todas las flores se vistan de gala,
Que
raye la aurora con gran esplendor,
Y
todas las aves batiendo sus alas
Escriban
tu nombre a tu alrededor.
Que
los ruiseñores te brinden sus trinos,
Que
todos los astros irradien su luz...
Y
del firmamento, en coros divinos,
La
gran Serenata te envíe Jesús.
Es
pues este día, día inigualable,
Porque
cumple años mi buena mamá,
Mi
viejita noble, de bondad intachable,
El
mejor cariño, la única verdad.
En
este tu día de gran regocijo
Que
el cielo te colme de felicidad...
Y
con toda el alma recibe de tu hijo
Este
abrazo fuerte lleno de bondad.
(*) El
Radar. No 9, 1962
A MI MADRE
Por: Víctor H. Acosta (*) Pallasca
Hoy
pagan tus caricias mis místicos cantares;
Los
besos que me diste en plácido besar
He
logrado a las cuerdas de mi lira arrancar.
Hoy
pago las ternuras que allá en mi noble cuna
Me
diste, madre mía, entre gozo y dolor;
Hoy
te mando en un rayo cansado de la luna
Los
abrazos que mi alma te brinda con amor.
Te
adoro aunque me encuentro muy lejos de tu lado
Entregado
a la pena y a este duro bregar,
Te
adoro porque ¡Oh madre! Soy tu hijo más amado
Y
el vate infelice nació para llorar...
(*)
Autor de “Sentidas”-(Lima 1929) bello florilegio, surgido “a raíz de una
vida llena de dolores”. Nació en
Pallasca-Ancash.
NOBLEZA DE MUJER
Por: Filomeno Sifuentes Fernández - Cabana(*)
Del
polvo de estrella, por fortuna,
Llevan
en el alma las mujeres;
Impulso
no le falta a ninguna,
Para
domésticos quehaceres,
Pues,
con amor,
Todo
lo resuelven ellas.
Hermosas
mujeres
De
trenzas bien cuidadas y
Caritas
sonrosadas,
Trabajan
en el campo con denuedo,
Con
labores tradicionales de la casa,
Como
el hilado y el tejido,
Como
la costura y la cocina
Con
arte fino y gracia divina.
Cuidan
a los niños con esmero,
Prodigándoles
amor a toda hora,
También
cuidan al ganado
Como
cuida una madre a sus rebaños.
(*) De:
“Canto a Cabana”. Filomeno Sifuentes Fernández es maestro cesante, de
brillante trayectoria. Nació en Cabana (29-11-1920)
Su
poesía es sencilla, de hondo lirismo y nostalgia.
REMEMBRANZA MATERNA
Por: Arnulfo Moreno
Ravelo- Tauca (*)
“Hoy,
me encuentro dentro de la Casa de Tapugón. Dentro de este pequeño mundo de
Almuerzo en el campo. Foto: jcsl |
sentimientos, de tristezas, de tantos recuerdos, de tantas horas tiradas en el
pasado…
Miro
a mis alrededores. Observo los asientos de barro y piedra, que en su mayoría se
han deteriorado; porque el paso del tiempo, los ha estropeado, como páginas de
la historia, leídas por las sombras.
Dentro
de estas tantas horas que se van quedando, perforando la distante memoria de
sus campos; puedo divisar la figura de mi madre, como en aquellos tiempos de mi
niñez y de mi adolescencia; la veo cocinar, la veo peinar su ensortijada
cabellera, que rebeldemente descendían sus hombros, sobre su silueta, que
simultáneamente armonizaba con su tierna
Un alto en el camino. Foto: jcsl. |
sonrisa y de rojo atuendo de polleras,
bordadas en alto relieve de diversas clases y colores de hilos; hasta escucho
su voz de madre y a veces me parece... llamarme dulce y tiernamente con tanto
amor.
Pero,
Dios mío, que fugaz, es esta visión, que corta duración tiene esta remembranza,
que inmediatamente huye, tal como se permitió venir; he ahí, cuando se siente,
se experimenta, se percibe el dolor y la pena por la madre muerta”.
(*) De:
“La Casa de Tapugón”-Lima 1998- En este pasaje Arnulfo Moreno Ravelo,
reconocido escritor y poeta nacional, recrea la figura de su madre, justo en la
casa de campo dónde él vivió. Lo hace con lenguaje tierno y con profunda reflexión.
LÁGRIMAS DE UN HIJO
Vals.
Por: Miguel Sifuentes
Vásquez (Pichuco)
Tranquila
estaba mi alma y en mi pecho sentía
deseos
tan inmensos de un futuro mejor
más
nunca en mi memoria siquiera presentía
que
el destino inaudito clavara en mí su dolor.
Cayó
enferma mi madre de enfermedad incurable
la
Ciencia era implacable para aliviar su mal
y
mi hogar transformose en cuadro miserable
en una escena horrible, cruel y sentimental.
Murió
mi madrecita mi viejita adorada
se
fue tranquila y santa camino a la mansión
donde
las almas puras en celestial morada
descansan
y respiran el canto de oración.
Y
en mi dolor sumido yo imploro a cada instante
por
estar junto a ella y escuchar su bondad
pues
el amor de madre queda siempre latente
e
impregnado en el alma por toda eternidad.
¿Por
qué te fuiste madre, por qué me abandonaste?
Dejándome
en el mundo llorando por tu amor
he
aquí a tu pobre hijo por quien sacrificaste
y
a quien con tus consejos supiste dar honor.
¡Oh
madrecita santa las lágrimas de tu hijo!
Son
lágrimas que brotan desde mi corazón
y
arrodillado madre delante un crucifijo
le
imploro a Dios te tenga en tu eterna mansión.
TE RECUERDO MADRE
Por: Manuel Sifuentes
Reyes (*)-Cabana
Atendiendo a los peones. Foto: jcsl |
¡MADRE
MÍA! Un mes de agosto, en que los maizales se mecen alegremente por las
caricias de suaves brisas, emprendiste ese viaje sin retorno ni auroras.
Pero
tu recuerdo vive eternamente y sobre el azul del cielo, un permanente hálito de
amor cae sobre tus hijos.
Te
recuerdo, Madre, cuando en mis andanzas por los maizales y trigales, con el
Juan, el Alejandro y el Nico, íbamos a buscar nidos de palomas y perdices o gozar con las toradas, y Tú;
Madre, nos llamabas: “Vengan hijos” y nos invitabas las semitas y el requesón.
Te
recuerdo ,Madre, cuando en mis noches de infantil bohemia, con el “Jishu”, el
“Vishe” y el Humberto, nos encaminábamos a dar serenatas a “Las Mellizas”, a la
Nila y La Esperanza; y a mi retorno, te encontraba rezando al pie de la Virgen
y me decías: “No vas a ser malito, hijo”.
Te
recuerdo, Madre, cuando en mis viajes de
estudiante, me impartías tu bendición divina, y en voz muy queda, ahogada por
el llanto, me despedías y alentabas mi sed de superación.
El autor en la plaza de Cabana Foto: JCSL |
Te
recuerdo, Madre, cuando los esbirros de los tiranos, niño aún, me llevaron a
prisión; Tú, implorabas perdón, pero siempre me aconsejabas llevar en alto el
ideal.
Y
cuando en mis años mozos, hube de encaminarme por la difícil tarea del
magisterio, Tú, Madre, me decías: “Brinda al niño amor y mucho amor; porque el
niño, sea rico o pobre, para ser feliz, requiere de amor”.
Hoy
que las lluvias golpetean constantemente en los tejados y me falta tu regazo
para
El autor en Cabana. Foto: JCSL |
guarecerme de los rayos y relámpagos y veo nevar las lejanas cumbres del
Macra y Mashgonga, me he dicho: “Cómo encanecen las cumbres de los cerros, cómo
va cayendo la nieve lenta y atrozmente fría en nuestras vidas. ¡Madre !
Cabana,
mayo de 1990
(*) Manuel
E. Sifuentes R. Maestro
cesante. Nació en Cabana. Tiene varias narraciones y poemas inspirados en los
problemas de su tierra natal.
TE RECUERDO MADRE CABANISTA
Por: Enrique Vásquez
Sifuentes (*)-Cabana
En
esta ocasión me dirijo a ti Madre Cabanista para expresarte mi saludo y al
mismo tiempo
En el poyo de la casa Foto: JCSL |
para evocar tus múltiples ocupaciones que sigues cumpliendo en
Huayumaca, Pacchamaca, San Jerónimo y Trujillo, los tradicionales barrios de
Cabana; así como en las estancias y caseríos de San Martín, San Pedro, Aija,
Huambo, La Florida y Cajapay.
Alistando el pollino. Foto: JCSL |
Me
parece, ahora, verte caminar con tu hijo cargado en tu lliclla y sobre tus
espaldas por las distintas calles de mi pueblo, ya para efectuar una compra,
concurrir al mercado, asistir a la misa dominical o
transportar tus baldes de agua desde el Puquio de Santo Toribio a la ciudad.
Tras los víveres. Foto: JCSL |
En
otras ocasiones, he observado levantarte muy temprano y buscar a los peones
para los barbechos, siembras, deshierbos, cutipos o cosechas de las ocas,
papas, del trigo o del maíz; asomar muy sudorosa por el Puente Maravillas, La
Cruz Misionera o la cuesta de Pashul, arreando tu ganado o tus pollinos
cargados de leña o alfalfa, para venderlos en la ciudad o ir a los Molinos a
dejar los granos para la alimentación del hogar.
En el templo de Cabana Foto: JCSL |
¡Madre
cabanista!, te he visto asistir puntualmente al templo a dar gracias al Señor,
al Campo Santo a recordar a los tuyos, concurrir el primero de abril a la
escuela llevando de la mano a tus hijos para que sean dignos ejemplos de tu
hogar y de tu pueblo.
(*)
Enrique Vásquez S. Es profesor de Comunicaciones. Ha escrito varios
artículos referidos a las costumbres y tradiciones de Cabana.
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